miércoles, 28 de julio de 2010

Relato de invierno


Hacía frío, el sol no había salido aun cuando caminaba deprisa por las calles de esa gélida ciudad, no sabía donde quería ir, solo quería, necesitaba, escapar. El asfalto se veía aun más gris a mis pies, que caminaban sin rumbo fijo. La gélida temperatura era atroz y calaba cada vez mas adentro en mi piel.
¿Qué es lo que me había ocurrido? ¿Por qué me sentía así? No conseguía recordarlo, y tampoco lo deseaba.
Llegué a una plaza, con un árbol en el centro, el pobre estaba desnudo, solo algunas hojas secas y escuálidas se aferraban a él como si no quisieran dejarlo solo en su dolor, ojalá alguien estuviera aquí conmigo, a lo mejor así no tendría tanto frío, ni tanto miedo a recordar. Me senté en un banco de piedra y miré el suelo, como si allí pudiera hallar la respuesta a mi dolor. Aun faltaba hasta el amanecer, pensaba que cuando el sol despertase lo haría yo también. El viento sopló y revolvió mi pelo, despeinándolo aun más, se llevó también alguna que otra de las compañeras de aquel árbol solitario. Parecía traer, además, una imagen, unos ojos verdes que calentaron por un segundo mi alma, aunque el frío volvió más insistente que antes, unas palabras sonaron en mi cabeza, tan reales como cuando fueron pronunciadas por primera vez.
"Siempre estaremos juntos ¿de acuerdo?"
"De acuerdo" esa había sido yo apenas unos años antes.
Y esa fue nuestra promesa, siempre juntos, nada nos separaría ¿Qué podría hacerlo? Nosotros nos queríamos… y yo aún le quiero. Pero el me ha dejado, se ha marchado y no volverá. Me ha dejado sola.
Mi cara está helada, mis manos… también, igual que cada una de las lagrimas que caen por mis mejillas, dejando un glacial rastro de dolor hasta eclipsarse contra el dorso de mi mano. Su rostro de nuevo, pero esta vez diferente, en aquella habitación completamente blanca y vacía. Se ha marchado y ha sido por mi culpa.
"Voy a morir"
Esas fueron sus palabras, esa fue la primera noticia que anunciaba mi destrucción, el final de mi mundo perfecto. Poco después lo encamaron, lo alejaron de mí, lo llevaron a un hospital donde, según sus padres, podrían tratarlo como se merecía.
La próxima vez que lo vi fue en esa habitación, tan triste, tan… muerta. Donde el único color que se podía ver eran unas tristes flores colocadas al lado de la ventana. Cuando lo miré, pensé que me había equivocado, no podía ser él. Ese maldito lugar lo había contaminado, estaba totalmente demacrado y pálido, con la mirada perdida en dirección a la ventana. No se percató de mi presencia hasta que le tomé la mano, me miró con la mirada de un náufrago que se ahoga, como si necesitara mi ayuda… pero yo no podía hacer nada… se estaba apagando lentamente y yo con él.
No dijimos nada, al menos ese día.
Todos los días iba a verle, volvía tarde a mi casa y no importaba, durante seis meses esa fue mi vida.
Un día, él me miró, había lágrimas en sus ojos.
- acaba con esto_ me dijo_ por favor… acaba con esto.
- ¿Qué dices…?_ pregunté_ ¿Cómo puedes pedirme eso?
Comencé a temblar, mi cuerpo se convulsionó y mi estomago dio un vuelco, durante meses había estado intentando convencerme a mí misma de que él se curaría, de que todo volvería a ser como antes y podríamos ser como cualquier pareja normal.
- no puedo aguantarlo más… los medicamentos no me hacen nada… no quiero seguir así… por favor.
No podía creer lo que estaba oyendo, mi esperanza se estaba hundiendo y mi alma le acompañaría pronto.
- eres un maldito egoísta_ dije_ no puedo creer que me pidas algo así.
Me fui de allí, no quería saber su respuesta, sabía que él no era el egoísta, la única egoísta era yo, no podía imaginar mi vida sin él, me perdería en este mundo sin sentido.
Otra vez el viento, y ese frío banco.¿Cuándo saldría el sol? ¿Cuándo podría calentar mi corazón con algo de luz? Necesitaba algo que me hiciera ver, reaccionar, que me hiciera salir de ese mal sueño.
"Lo siento"
La habitación seguía como siempre, parecía que nunca me hubiera mencionado nada, como si la esperanza nunca se hubiera ido, pero no era así.
Tiempo después, los médicos dijeron definitivamente que él no podría salvarse, cada día que pasaba empeoraba, parecía un fantasma de él mismo.
"Llévame lejos, sácame de aquí"
Él lo sabía mejor que nadie, sabía que no aguantaría mucho más, estaba cansado de luchar. Lo saqué de ese lugar. Lo saqué del hospital sin permiso de sus padres, de los médicos, lo alejé de toda posibilidad de salvación, solo porque no podía soportar verle allí, conectado a todos esos cables, como si no fuera humano.
Parecía como si el sol lo hubiese curado… estaba feliz, los dos lo estábamos, nos fuimos a un parque, lo más lejos posible de allí, no tardarían en salir a buscarnos.
Hacía frío, y él pronto comenzó a toser fuertemente, pero no quería volver, me hizo prometer que no lo llevaría de vuelta a aquel lugar.
Aunque cada vez se encontraba peor, yo no podía hacer nada, lo estaba matando y no podía hacer nada.

El frío me helaba la sangre, pero se acercaba el amanecer, con su calor y sus promesas de nueva vida.

Oscureció, sus ojos también, se recostó en mí y me cogió la mano con fuerza.
- gracias, no quería morir en esa habitación.
- no vas a morir_ le dije.
- siempre estaré contigo, _ no me escuchó_ cuando salga el sol, piensa que soy yo, te daré los buenos días y te acariciaré con mi calor.
- no vas a morir.
- y en primavera… será cuando más te cuide.
- no vas a morir.
- te amo.
- ¡no vas a morir!
Solo silencio por respuesta, poco a poco, la presión de su mano fue disminuyendo.
Se había ido. Se había ido para siempre… estaba completamente sola. Y no había sol, la oscuridad lo cubría todo, el cielo, a él y a mí.
Y corrí, corrí como nunca lo había hecho, tenía que alejarme de su cuerpo, porque él ya no estaba dentro, tenía que encontrar el sol, algo, cualquier cosa, cualquier prueba de que el no estaba muerto, pero solo encontré el suelo, caí, no sentí el dolor, fue como si al sentir el frío asfalto en mi cara olvidara por completo, mi mente bloqueo todo, no sabía donde estaba, no sabía porque tenía que huir, alejarme de ese lugar.

Así llegué a aquel banco, tan frío y muerto como yo, el sol estaba a punto de salir, mis lágrimas no cesaban, pero pronto todo estaría mejor.
Y el sol salió en el cielo, llenando de vida la ciudad, la invernal ciudad, cuando ya estaba en lo más alto, cuando aquel parque se llenó de niños jugando… lo recordé todo, cada detalle y deseé olvidarlo porque me di cuenta de que no, de que ni mil soles calentarían mi espíritu, porque aunque llegase la primavera al mundo un millón de veces… en mi alma siempre sería invierno.

2 comentarios:

  1. Ya que nadie te a comentado cariño ¬¬ lo ago yo... ES PRECIOSO ^-^ DEDICATE A ESTO CARIÑO!!!! :p

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